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15.- Pero si prevalece la Emoción, el hombre renace entre los inclinados a la acción. Y si desaparece en la inercia, vuelve a nacer entre los ignorantes.
16.- El fruto de una buena acción es puro y armónico; el fruto de la Emoción es, en verdad, el sufrimiento, y el de la inercia es la ignorancia.
17.- De la Armonía procede el Conocimiento; de la Emoción, el Deseo, y de la Inercia, el error, la ignorancia, la pereza.
18.-Los que están situados en la Armonía, ascienden a lo alto; los activos moran en la región intermedia, y los inertes se hunden en las más viles cualidades”.
*Más adelante, en el discurso XVII del Bhagavad Gita, encontramos lo siguiente:
18. 7. De tres especies son los alimentos apreciados por los hombres, y también de tres géneros son los sacrificios, las austeridades y las limosnas. Escucha como se distinguen:
19. 8. El alimento más agradable al hombre puro (sátvico) es aquél que aumenta la vitalidad, el vigor, la salud, preserva de la enfermedad y trae el contento y la calma mentales. Tal alimento tiene buen sabor, mata el hambre, no es demasiado amargo, ni demasiado ácido, ni demasiado salado, ni muy caliente, picante o astringente.
20. 9. Los hombres rajásicos prefieren lo que es amargo, ácido, ardiente, picante, bien salado y fuertemente aliñado, que les excita el apetito y estimula el paladar, aunque al final les acarree molestias, dolores y enfermedades.
21. 10. A los hombres tamásicos les apetece el alimento rancio, estropeado, insulso, putrefacto, corrompido e incluso las sobras de las comidas y otras inmundicias.
22. 11. En cuanto a los sacrificios y las ofrendas, la distinción es ésta: el hombre sátvico ofrece el sacrificio conforme a las prescripciones de las Escrituras, sin desear recompensas, firmemente convencido de que está cumpliendo un deber.
23. 12. El hombre rajásico adora y ofrece sacrificios con la esperanza de obtener una ventaja, preferencia, premio o recompensa, o por motivos de vanidad u ostentación.
24. 13. El tamásico practica los actos de adoración y presenta ofrendas sin devoción, sin pensamiento ni reverencia, sólo porque quiere seguir la costumbre.